Salida temprana (Alastor)

Eran cerca de las 12:30 del medio día cuando salía por la puerta del centro donde daba las clases de la universidad. No era mi hora habitual de salir, pero hoy no me encontraba demasiado bien, tenía dolor de cabeza y no se me pasaba. Por suerte la profesora era muy simpática y me había dejado marcharme. Me senté en un banco que había justo a la salida del centro, y solté la mochila en el suelo, a mis pies, frotándome las sienes.

Asentí sonriendo levemente.
-Ya, pero luego los pierdes. ¿No es eso peor? -Pregunte sin alzar la vista hasta que llego el camarero para preguntar que íbamos a pedir- Yo un chocolate caliente, por favor. -Dije sonriendo amablemente. Con este tiempo es lo que más pegaba.

Lo escuche y asentí, la verdad es que tenía razón.
-En eso tienes razón. Además, por esa razón, yo ni siquiera te hubiera conocido. -Dije sonriendo. En verdad me alegraba que no me hiciera caso. Le daba demasiadas vueltas a esas pequeñas tonterías. Tal y como algunas amigas me decían, me montaba demasiadas películas en mi cabeza.

Sonreí asintiendo, era cierto, en eso coincidía con él. Me alegraba haberlo conocido, aunque algún día yo pareciera su abuela, eso daba igual.
-Cierto, hubiera sido una pena. -Dije y alce la vista sonriendo mirándolo- Por cierto, cuéntame cómo te va todo. ¿Hay alguna chica por ahí, que te haya llamado la atención? -Pregunte sonriendo mirándolo.

Reí por su comentario.
-Desde luego, y tú eres demasiado bueno para negarte a la hora de ayudar a las personas. Típico de vosotros. Deberías aprender a decir "no", o acabaras por no tener donde dormir tu mismo. -Dije bromeando un poco- ¿Yo? Lo cierto es que no salí mucho de mi casa últimamente. Conocí un chico que me confundió con la protagonista del cuento Disney de la sirenita, pero que por suerte me guardo el secreto y también con otro, con el bibliotecario que hay en la biblioteca del pueblo, pero nada más.

Reí también con su comentario.
-Por supuesto, ya sabes que en mi casa eres bienvenido, y solo vivo yo, tengo dos habitaciones vacías. -Dije riendo y lo mire curiosa cuando dijo que tendría que pasarse a la biblioteca algún día, para coger un libro de psicología- ¿Psicología? ¿No ibas a estudiar para medicina? -Pregunte mirándolo curiosa.

Asentí escuchándolo y sonreí. A veces ni yo misma entendía a algunas personas. En ese momento llego el camarero con lo pedido y lo dejo en la mesa antes de irse. Cogí mi chocolate y empecé a moverlo un poco, ahora mismo quemaba, esperaría un poco para probarlo.

Sonreí al escuchar su pregunta y asentí, sin dejar de mirar mi chocolate.
-Es maravilloso. No sé cómo es volar, yo no vuelo. -Dije riendo un poco- Pero nadar bajo el agua es realmente mágico. A veces echo de menos vivir en el agua, pero aquí he conocido más gente y no podría volver a Atlántica para siempre. Aunque como es lógico, me encanta el agua, literalmente me siento como pez en el agua. -Dije volviendo a reír.

Asentí sonriendo al escucharlo y le di un pequeño sorbo a mi chocolate, estaba bastante bueno.
-Eso sería genial. Si quieres algún día puedes venir a nadar conmigo. Yo suelo merodear mucho por una gruta submarina que hay en una isla llamada Mako, que hay a unos kilómetros de la playa. Es una cueva casi mágica que descubrí de pequeña, es como… mi escondite secreto. Siempre que necesito pensar acudo allí. Te la podría enseñar, si quieres. -Dije sonriendo mirándolo.

Sonreí mirándolo y asentí.
-Bueno, es una isla pequeña, no es muy conocida y esta deshabitada, no hay ningún pueblo ni nada allí. Pero tranquilo, nadar es fácil, y no lo digo únicamente porque soy una sirena. Aunque si no quieres, no pasa nada, no voy a obligarte. -Dije sonriendo mirándolo.

Asenti sonriendo antes de beber un trago largo a mi chocolate, pensando en Atlántica, los echaba de menos. Echaba de menos no tener que esconder mi verdadera forma. Quizás cuando me dieran las vacaciones de verano me fuera a pasar una semana o dos con mis padres. Añoraba mi hogar.

Escuche su pregunta y sonreí, encogiéndome de hombros.
-La verdad es que no lo se. Pensaba irme a casa, ya que no tengo nada que hacer. -Respondí sonriendo mirándolo- ¿Tu que ibas a hacer ahora? -Pregunte sonriendo.

Sonreí mirándolo y me encogí de hombros, sacando mi cartera, pagando mi taza de chocolate, a la cual le di el ultimo trago. Estaba buenísimo, la verdad, desayunaría aquí mas a menudo.
-Pues no se, ¿hay algún sitio donde quieras ir? -Pregunte mirándolo sonriendo.

Sonrió escuchándolo y asentí.
-Piensas bien. Sería algo raro negarme ir a la playa. -Dije sonriendo cogiendo su mano para levantarme. Su solo contacto me puso algo nerviosa, su mano era cálida y suave. Una vez que estaba de pie, la solté aun nerviosa- ¿Vamos? -Dije sonriendo, tratando de evitar su mirada mientras cogía mi mochila del suelo, donde la había dejado antes.