Almorzando (Alastor)

Caminaba a su lado, agarrada de su mano durante el trayecto y lo miraba de vez en cuando, era demasiado bueno para ser cierto que ahora fuéramos pareja, me parecía un sueño del que despertaría muy pronto, y su mano se sentía tan cálida junto a la mía.. A los diez minutos habíamos llegado a mi casa, pues mis padres me habían comprado una casa lo más cercana posible a la playa, por si pasaba cualquier cosa, llegar rápidamente a la playa, o en caso contrario a casa. Saque la llave de mi mochila y abrí la verja metálica sonriéndole.
-Aquí es. -Dije mientras caminaba hasta la puerta y la abría.

Escuche su comentario sobre la casa y sonreí mirándolo mientras cerraba la puerta después de que el entrara. Me encogí de hombros sonriendo mientras dejaba las llaves en un armarito pequeño donde las tenía siempre guardadas.
-Gracias, la elegí yo. Mis padres solo eligieron la casa por el lugar cercano a la playa, yo elegí todo lo demás. -Dije sonriendo mientras me dirigía a la cocina, pero me detuve en la puerta mirándolo- ¿Qué quieres comer? Hago de todo un poco, a excepción de pescado, ni marisco ni nada de eso, ya entiendes. -Dije sonriendo, obviamente no comía peces, sería como comerme un amigo.

Asentí pensativa.
-Bueno, ¿tienes algún plato favorito? ¿Algo que quieras comer? -Dije sonriendole. Quería hacerle algo especial, algo que le pudiera gustar.

Sonreí escuchandolo y asentí, entrando en la cocina mientras escuchaba que me preguntaba sí podía echarme una mano. Sonreí mientras sacaba la ensalada y varios pimientos rojos.
-Pues ahora que lo dices, sí puedes lavar tú mismo esto, evitaría tener que sacar los guantes. -Dije sonriendole mientras señalaba la ensalada y los pimientos rojos.

Sonreí los breves momentos que acarició mis manos, al coger la ensalada y demás ingredientes de mis manos. De todas formas tendría que sacar los guantes, para cortar la verdura mojada, pero no corría peligro de mojarme como al lavar la verdura. Saqué una fuente de cristal, donde solía hacer la ensalada.
-Ponlo ahí. -Dije sonriendo mientras sacaba un par de guantes que tenía para fregar y hacer cosas sin mojarme y me los puse, sacando también un cuchillo.

Vi que puso la verdura donde le indique y termino de sacarlo todo para hacer la ensalada. Me quede pensativa al oír su pregunta.
-Si quieres, puedes ir poniendo la mesa. El mantel esta en este cajón, luego en la nevera encontraras algo de refrescos, en ese estante está el pan, y aquí los cubiertos. -Dije mientras le señalaba todo respectivamente antes de ponerme a hacer la ensalada en el bol donde estaba todo.

Asentí sonriendo al escucharlo mientras yo seguía con la ensalada. Cuando termine, cogí el bol ya listo y dos platos, y lo puse en la mesa, tras quitarme los guantes y dejarlos en la encimera de la cocina. Lo había colocado todo perfectamente en su sitio. Me senté en la silla que había próxima a el sonriendo.
-Sí te quedas con hambre y quieres algo más, sólo dímelo. -Dije sonriendole feliz. Yo tenía con la ensalada. Cogí los cubiertos y empecé repartiendo la ensalada entre los dos platos.

Empecé a comer yo también y sonreí al oírlo mientras terminaba de masticar lo que tenía en la boca, saboreandolo.
-Gracias, no sabes cuanto me alegro que te guste. -Dije sonriendole feliz antes de seguir comiendo, era cierto que me había salido bueno. Lo observe mientras comía, el me parecía demasiado bueno para ser cierto.

Vi que me pilló observandolo y me ruborice viendo que me sonrio. Continué comiendo y s ratos bebiendo de mi vaso de refresco, hasta que casi había terminado. Me preguntaba que querría el hacer ahora o sí debía volver a su casa.

Estaba demasiado distraída, y antes de que me diera tiempo él estaba fregando los platos. Terminó y volvió a donde estaba sentado antes. Le sonreí feliz mientras acercaba mi silla más hacia donde estaba sentado.
-No tenías que haberte molestado en fregar tú, yo puedo. Y puesto que eres el invitado y es tu día libre, eliges tú. Dime, que quieres hacer. -Dije sonriendo mientras acariciaba su mejilla con una de mis manos y me acercaba a él para besarlo dulcemente, pues echaba de menos sus labios.

Me senté sobre sus rodillas para estar más cómoda cuando el pasó sus brazos, abrazando mi cintura y me correspondió al beso. Continué besandolo dulcemente, pasando mis brazos por su nuca, durante unos minutos. Pero me separe levemente para saber que quería hacer.
-Perdona, dime, ¿que te apetece hacer hoy? -Pregunté sonriendo, y bese su mejilla.

Sonreí al oírlo.
-Bueno, a mi estar entre tú brazos y tener tus besos no me parece mala idea. Pero estaríamos más cómodos en sofá del salón que en una silla. ¿No crees? -Dije sonriendole feliz mientras me ponía de pie, para dejar que se levantara, tendí mi mano para ayudarlo a levantarse. Hoy estaba siendo u día perfecto, con el.

Sonreí mientras se levantaba y sin soltar mi mano, fuimos hasta el sofá que había en el salón. Se sentó y me sentó a mi sobre sus rodillas, como estábamos antes, y después empezó a besarme. Le seguí el beso dulcemente, mientras entrelazaba los dedos de nuestras manos que aún seguían unidas. Alce mi mano libre hasta su nuca, acariciandolo y a la vez jugando con su pelo entre mis dedos. Era demasiado perfecto para ser real, sus besos sabían tan dulces que lo echaría de menos cuando se fuera.